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Nora y las pecadoras en el 20° Festival Internacional de Cabaret.

por Caro Estrada y Natalia Téliz


Tras hacernos reír con el anuncio de las llamadas y advertirnos del virus comunista, una doña panista, la señora Concuera, nos advirtió que atrás del telón se fraguaba algo horrible...



Nora y las pecadoras es un espectáculo sensual, designado a la resistencia y a la pasión. Se trata del show de cabaret musical que inaugura la 20° edición del Festival Internacional de Cabaret, en el que acompañamos a Nora Huerta a través de un repertorio dedicado a las cabareteras y a los cuerpos disidentes, que necesitan habitar un espacio otro que no ha sido designado pero es acogido y conformado por el cabaret. Se trata de una obra que recoge una inspiración del pasado, del mundo de las cabareteras y la vida nocturna descrita muchas veces por autores hombres de la época (por no andar poniéndole nombre a Monsiváis, que no se trata de él). Es un espectáculo que abiertamente encara esas costumbres a través de la reflexión y el espectáculo, sacando también de las sombras cosas que siempre estuvieron ahí.



El Teatro de la Ciudad Esperanza Iris fue una selección de lugar importante, pues la obra encuentra mucha relación con el recinto que, originalmente, estuvo concentrado en teatro de revista, vaudeville y de comedia. Encabezado por una mujer de la escena dedicada a la zarzuela y el género chico, es un lugar ideal para un homenaje a las cabareteras.



Nora nos vuelve a contar la historia de Eva y Adán pero con un giro: aquello que nos hace pecadoras de origen, no podernos resistir a probar el fruto, también nos permite habitar lo sublime y vivir el paraíso.



El concierto está conformado por una banda de mujeres en su totalidad, invitades especiales como las Reinas Chulas, las hermanas Beaujean, Fernando Rivera Calderón, Yurief Nieves, Claudia Arellano y Laura de Ita. Fue un espectáculo de canciones originales y compartidas, acapella y guitarra acústica. Con Nora y las pecadoras, el Teatro de la Ciudad contiene miles de escenarios, aún sólo en uno, de goce musical. La predominancia del rojo, un color icónicamente sexy, inundó el escenario, y el dispositivo escénico, un buen diseño de iluminación y de vestuario, fueron elementos sencillos pero potentes para comunicar un ambiente cálido y atractivo. El espectáculo estuvo acompañado de proyecciones de imágenes cabareteras y disidencias, y hubo acción escénica cómica, a veces improvisada pero siempre con resultados favorables.



El público respondió muy bien frente al espectáculo; se rió con chistes políticos, sobre género y el mundo del cabaret. Claramente, los años de experiencia de las personas al frente nos mostraron un perfeccionamiento de comprensión mutua entre performers y espectadores, y generaron un bucle de retroalimentación que cimentó un ambiente ameno y cómodo, aún en sus incomodidades.



¿Por qué las mujeres debemos estar condenadas al pecado eterno? ¿Qué de este pecado, simultáneamente, nos hace libres? Nora y las pecadoras es un espacio para reír, soltar, reflexionar y sentir el pecado, para darnos cuenta de la desviación como lugar común para el disfrute.



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