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“Lo que queda de nosotros” reseña

por Natalia Téliz



El teatro es una forma que nace de la capacidad humana de ponerse uno en el lugar de los demás. Quien escribe teatro piensa en las vidas de los otros, que se vierten en las vivencias de sus personajes; quien actúa estudia el comportamiento humano y sus motivaciones y quien especta observa la representación de la experiencia ajena para dejarse mover por ella. Lo anterior es una generalidad del teatro pero en cada texto y cada puesta las preguntas a plantearse son distintas, pues el público nunca es el mismo, los temas y sus tratamientos son infinitos y los personajes podrían ser tantos como personas en el mundo real y la imaginación. “Lo que queda de nosotros” es una obra escrita por Sara Pinet y Alejandro Ricaño presentada originalmente para un público infantil, en donde los personajes van de una adolescente, un perro y varios adultos de características muy diversas y de donde el público puede salir conmovido de distintas formas, en la medida en que puedan reconocerse con los personajes y sus historias.



“Lo que queda de nosotros” es una obra que tiene como temas el duelo por la pérdida de nuestros seres amados, nuestra fragilidad en situación de crisis y los espacios en donde encontramos resguardo. Aquí, Nata, una adolescente sufre la pérdida de su padre, la figura central en su mundo afectivo y ante la incomprensión de su propio dolor, decide abandonar en un parque a Toto, su perro y la segunda figura entre sus cariños. A partir de ese sucesos conocemos los procesos de ambos personajes durante la separación y sentimos hacia ellos la esperanza de un reencuentro. Esta obra trata, también, sobre nuestros miedos, sobre la suerte y todo aquello en donde a pesar de encontrarse fuera de nuestro control, nos deja un pequeño resquicio para la agencia y que en esos lugares, nuestras acciones tienen consecuencias.



Originalmente escrita para niños, “Lo que queda de nosotros” es una obra llena de ternura, interpretada actoralmente por Sara Pinet y Raúl Villegas, quienes representan a Nata y Toto, respectivamente, además de otros personajes secundarios. Un punto conmovedor en esta puesta es la construcción de personaje de Villegas, quien plasma en Toto lo que muchos quisiéramos pensar que sienten y observan del nuestras mascotas; también como quisiéramos ser amados por ellas.



Ágil, la función no dura más de una hora y las transiciones entre una escena y otra son veloces, en su punto justo. El ritmo de esta obra es el adecuado y en ello ha sido fundamental la composición e interpretación musical de David Ortiz y Ricardo Estrada, cuya musicalización es lo que esta obra necesita. Construye la atmósfera propicia para cada escena y, omnisciente, hay momentos en que podríamos olvidar que está allí, precisamente gracias a que nos envuelve dentro del ambiente que genera. En esta obra, que transita de momentos de mucho dolor a otros de gran dulzura, la música es idónea para colocarnos allí.



Como otras obras de Ricaño, la narraturgia se hace presente en las palabras y acciones en escena, sin necesidad de muchos elementos más. La escenografía es parca, con una estructura que se presta para en un momento representar un auto, en otro una banca en el parque y en otro, una banqueta. Otras piezas del dispositivo nos remiten a los recuerdos y anhelos de Toto y Nata. El diseño de iluminación convive muy bien con todas ellas, como lo hace el vestuario, simple pero acertado.







El público se percibía cautivo. Llena la sala, se sentía la atención compartida por todos los espectadores y en los momentos de mayor intensidad, se escuchaba el llanto disimulado proveniente de un par de butacas. “Lo que queda de nosotros”, de Sara Pinet y Alejandro Ricaño y producida por Raúl Morquecho, presenta grandes temas con la inocencia de quien aprende apenas a reconocerlos pero con la sensibilidad de quien sabe que forman parte de nuestra experiencia como personas. Actualmente se presenta en el Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández del Centro Cultural del Bosque.



📸: César M

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