Probablemente algo muy chilango es y seguirá siendo La Lucha Libre Mexicana; es más que sabido que ya no contamos con figuras tan importantes como el Huracán Ramírez, el Rayo de Jalisco o iconos tan fantasiosos y divertidos como lo fueron el Santo o Blue Demon. Sin embargo, el legado idiosincrático, visual y todo lo que engloba la cosmovisión de la lucha libre permanece en muchos de nosotros.
Las arenas son esos lugares donde se concentra el ring de lucha y la afición. Es donde el pudor se escapa y se apropia de nosotros una especie de euforia endemoniada por defender a toda costa al bando favorito ya sean los Rudos (los mal portados, los tramposos y que buscan de cualquier modo ganar, sin importar lo que se tenga que hacer) o los Técnicos (el bando de los buenos, los bien portados, los que siguen las reglas).
Pensar La Lucha es imaginar batallas cuerpo a cuerpo y a ras de lona, brincos y maniobras en el aire; adornadas de vistosas máscaras y trajes; Pero, sí a esto se le suma un duelo de comedía improvisada entre caída y caída el teatro se convierte en la opción idónea para acudir.
Cada miércoles y por una breve temporada el Foro Sakespeare se convierte en una arena y el teatro en un ring, en el que la afición apoya a los improvisadores Rudos o Técnicos. Entre caída y caída el referí pide a todos en el lugar elementos para poner en apuros a los luchadores.
En el cuadrilatero podremos encontrar taqueros, súper héroes, Cholas y una gran variedad de personajes; músicos enmascarados marcando el ritmo del evento al compás del surf ; también luchadores profesionales aplicando llaves y azotando contra la lona; y a una presentadora con mucho estilo, quienes en conjunto y tras el grito de los asistentes, con las manos en alto a modo de porra, dicen:
¡5… 4….3…2… La IMPROLUCHA!
Y con ello, entre caída y caída, las mentadas de madre, gritos, abucheos, risas, cotorreo y chelas se da la improvisación que les matara de la risa.
Texto: MIchmarayala
Imagen: Zoombie Films
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